Perfil de Mario Mendoza
Imagínese usted, señor lector, un personaje de una novela negra, un hombre con gabardina, con sombrero y un cigarrillo encendido; siempre mirando a la gente con ojos penetrantes como los de un halcón.
Esa podría ser la primera impresión que se lleve de Mario Mendoza, un hombre que, con una mirada parece conocer el más íntimo de los secretos.
Alguien a quien el miedo le tuvo miedo pero escribe de él, del mal que acoge a cada ser humano. Ese instinto que conlleva a cometer atrocidades; aquel panorama que sólo su cabeza puede imaginar.
La literatura negra fue hecha para él, un saco gris lo identificaba en el stand de la editorial Planeta, una sonrisa muy villanesca lo hacía ver aun más como ese personaje indescifrable de la novela policíaca.
Ese detective de temas, ese lector de ciudades el Mario Mendoza, un bogotano que escribe de Bogotá, su ciudad natal, a quien no le interesa el realismo mágico de García Márquez o el periodismo de Germán Castro Caicedo.
Aquel personaje que fue buscado para morir y que se burlo de la muerte en su novela “Satanás”, que ahora es llevada al cine por Andy Baéz.
Una persona muy difícil de entender por su extraordinaria sencillez, por cómo habla de Bogotá, por ese patriotismo que no es el absurdo nacionalismo que muchos promulgan.
Ni más ni menos que un hombre que vive de y por la literatura. Su libro es llevado al cine y a él le parece un gran logro pero el publicar un nuevo libro es aún mayor que el cine.
Su mirada solo esconde el candor de su experiencia y su barba bien cuidada habla bien de él. Su contextura, ni delgada ni obesa, lo hace ver como un típico hombre de 40 años a quien la barriga se le empieza a notar.
Es aquel personaje que inculca miedo y ternura a la vez, es una clara percepción del misterio que encierra la mente de un literato, es un hombre tan negro y tan blanco que la combinación de matices lo hacer ver como uno de los próximos candidatos a ganarse el premio Nobel de literatura.
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