lunes, 14 de mayo de 2007

Desde McOndo hasta Bogotá

Muchos kilómetros separan estas dos ciudades. Sus gustos y literatura también las divide.

Por Gabriel Rey

Vivimos en una nación controlada por los medios masivos de comunicación, la televisión satelital ó regional y los videojuegos, hacen que nos olvidemos de uno de los mayores placeres del mundo: la literatura. Intentos por propagar han sido muchísimo, el mayor de ellos al Feria del Libro, que se realiza cada año en Bogotá con el ánimo de incentivar a los jóvenes, niños y adultos a que tomen o retomen el hábito de la lectura, el problema son los precios que aquí y en McOndo son irrisorios.

Pocos literatos son reconocidos en el país aunque el talento para escribir, así como para todas las cosas, es muy grande pero como muchas cosas en nuestra nación estos talentos son poco valorados y por eso ocurre la “fuga de cerebros”; todos conocemos al Nóbel Gabriel García Márquez, quien con su historia de McOndo obtuvo este codiciado título pero ¿somos concientes de más autores?

Al parecer la mayoría de la población colombiana no conoce relatos periodísticos importantes que han de pasar a la historia y se convertirán en los clásicos de nuestra literatura. Personas como Natalia Zimerman, con su texto 300 días en Afganistán nos hace ver que hay cosas más crueles que soportar un conflicto como el que nosotros vivimos, eso es el hecho de vivir siempre con miedo a salir a un mercado de una gran ciudad sin saber ni como ni a que horas podrá aparecer un kamikaze y volarse junto con todos lo que estén a su alrededor por cuestiones religiosas.

Germán Castro Caycedo nos impresiona con libros como El Huracán, Colombia x y Con las manos en alto; reflexiones e investigaciones sobre nuestro país, sobre el conflicto armado, la ayuda internacional y sobre piratas, conquistadores y brujas. Nos relata con gran exquisitez y suma perfección periodística cosas que ya han pasado y nos sienta a responder una pregunta ¿Qué hicimos, qué haremos y qué hemos hecho por nuestra sociedad?

Mario Mendoza, un bogotano con un gran talento literario, una novelista negro con todas las de la ley, un nuevo negro lo llamaría yo; ya que no esta el clásico perfil del detective sino más bien hay un perfil tan colombiano que muchos se extrañan al leer sus relatos. Desde Satanás pasando por scorpio city llegando hasta relato de un asesino se ven el ambiente capitalino tan céntrico, tan lánguido que se necesita saber que pasará con los personajes y con el mundo que vemos a través de la ventana de sus libros.

Finalizó con un homenaje póstumo a Carlos Ruiz, más conocido como Arturo Alape, un hombre que murió con deudas, como todos los bohemios, y escribió grandes novelas y relatos de corte periodístico entre ellos, y a mi parecer el mejor, El Cadáver Insepulto. Una historia paralela al bogotazo de una familia separada por los intereses políticos de la época y el triste hecho de que seguir los principios en una fuerza militar es perder toda privacidad.

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